Feliz 1984

20 enero, 2020

Entramos en un nuevo año, como bien sabréis he andado algo ausente en estos últimos meses. Pero estoy de vuelta y me gustaría felicitar el nuevo año, sí, 1984.

Sé tan bien como el resto de contemporáneos cual es el año oficial en el que estamos, según calendarios y demás. Pero aquellos que conozcáis la novela de 1984 de George Orwell, intuiréis el porqué de mi referencia.

En la novela citada, el mundo a acabado siendo una dictadura en donde nadie puede opinar libremente ni salir del pensamiento único impuesto. También hay duras represalias para aquellos que se salgan de la linea marcada por la política impuesta. La sociedad está continuamente vigilada por la figura del Gran hermano, pero quien realmente vigila tus actos son tus vecinos, familiares y supuestos amigos.

En la España de hoy, impera la ley de lo políticamente correcto. Todo aquel que opine diferente, o al menos lo parezca, es tildado de fascista, homófobo, machista, nazi o adjetivos muy por el estilo. En redes sociales no se puede hacer comentario alguno sin que alguien se ofenda, ni tocar según que temas. Son los vecinos, amigos y familiares los que señalan con el dedo condenando al ostracismo y al odio. Además, en según que situaciones, pueden afectarte económicamente (ya sea en tu trabajo o en artículos remunerados) o legislativamente. Denuncias y hasta cárcel a titiriteros y poetas, bajo ese régimen vivimos.

No olvidemos tampoco un aspecto fundamental y que se repite con frecuencia en la novela: la neolengua. El partido imperante que lo gobierna todo en el universo de la novela es el Ingsoc, un acrónimo de socialismo inglés. Dicho partido, impone una lengua más restringida y modificada con el fin de alterar la realidad de los ciudadanos, limitando su pensamiento a partir de la poda de conceptos o modificación de los mismos. ¿No estamos viviendo algo parecido actualmente? ¿Cuantos cambios quieren imponerse a la RAE en la lengua castellana? Desde el género hasta las acciones políticas son modificadas lingüísticamente para contentar una serie de intereses que nada tienen que ver con la comprensión de la realidad que nos rodea.

A veces parece que escribir es como parecer brujo en la antigua comunidad de Salem,

iré buscando mantas ignífugas…

Constantemente juzgados y vigilados. Nos pasamos el día aceptando concesiones de derechos de imagen y datos que ni nos paramos a leer. No nos preocupa quien pueda interesarse por nuestros datos, pero luego nos sorprende que nos localicen con facilidad o que ciertas empresas sepan más de nosotros que nosotros mismos. La educación ya no empieza en casa, ahora los niños son propiedad del estado. 

La única diferencia que veo con nuestra realidad y la de la novela (a nivel conceptual, se entiende. Afortunadamente aún no hemos llegado al nivel distópico de la obra literaria) es el del sexo y la familia. En la novela, el estado cree no poder abolir con la familia, por lo que simplemente la pervierte como mal necesario mientras enfrenta y siembra la paranoia entre los miembros de cada familia nuclear. Sin embargo, el sexo lo vende como algo terrible que no debe ser disfrutado. En la realidad que vivimos, creo que es más bien al contrario: mientras el sexo se potencia de manera libertina y deshumanizada, como mero producto económico o divertimento banal, la familia es negada y constantemente atacada. Familia tradicional, se entiende.

¿Que opináis? ¿Creéis que exagero y no es para tanto? ¿Pensáis que me he quedado corto y que la realidad es mucho más terrible de lo que parece? ¿Conocíais la novela de 1984? No dudéis en compartir y comentar este artículo.

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