Crónica de un Sant Jordi Meteoroloco

25 mayo, 2022

Pasado Sant Jordi (aunque pudiendo aún conseguir mis libros), toca la crónica de este año. Cada año es más loco que el anterior, pero ya sabéis que no me invento nada: tengo una vida… interesante.

¿Pero qué pasó este año? Pues bien, bajo mi punto de vista, alguien en algún lugar seleccionó Sant Joan Despí para realizar pruebas con diferentes prototipos de las invenciones de Tesla más sonadas.

¿Firmé libros? No. No hubo tiempo de ello. La supervivencia fue algo más importante. Pero mejor empecemos por el principio…

Manolo feliz antes de la catástrofe…

Era por la mañana, teníamos hora a las doce para una parada cercana al mercado municipal. Hacía un frío que pelaba, pero justo a las doce en punto, empezó a brillar un radiante sol que trajo un calor tan infernal como repentino

Montamos parada, conocemos a nuestra compañera escritora, Elena Miguel, que compartirá parada con Enrique García y conmigo y… el tiempo empieza a cambiar de nuevo.

Se acercan unos negrísimos nubarrones inmensos, cargando agua y quizás algo más. Nos refugiamos en el fuerte. El viento sopla con fuerza, tratando de avisar de lo que se avecina.

Sí, sí, vosotros tranquilos, quedaos ahí quietos…

Sin saber cómo, nos vemos envueltos por una lluvia similar a la del diluvio universal. Todos bajo la carpa: escritores, organizadores, fans, lectores, transeuntes… Mientras sujetamos la carpa por sus cuatro patas luchando contra un vendabal digno de humillar cualquier tornado…

Veíamos como otras carpas, menos fuertes o con una tripulación menos preparada para el caos como la nuestra (a estas alturas, estamos curados de espantos), caían irremediablemente. Veíamos a politicuchos y asociaciones mojarse y ver volar sus rosas, mientras cubrían sus libros. Fue entonces cuando uno de nuestros vígias gritó algo que nos estremeció…

¡¡¡¡GRANIZOOOOOOOOOO!!!!

Perdigones helados caían furiosos desde el cielo, escupidos con furia por unas gigantescas nubes negras que buscaban arrasar todo sobre la faz de la Tierra. El gobierno, manejado por Soros, en su afán por idiotizar e inculturizar aún más a la sociedad, planeó esto desde un principio: destruir todas las paradas de los autores más humildes de Sant Jordi.

Piénsalo bien, ¡es una jugada maestra! Así destruye a los librepensadores, a la cultura, al capitalismo, a la tradición (especialmente si tiene tintes cristianos)… Y nadie les puede culpar porque “han sido ellos mediante un ayuntamiento los que han permitido el evento. La culpa ha sido del cambio climático, que es culpa vuestra, plebeyos". Claro, el cambio climático…

Bienvenidos al apocalipsis cultural…

Pero eso no fue todo. Debido a la precaria calidad de las carpas, junto al potente temporal desatado para destruirnos, una de las carpas de un partiducho político echó a volar, desatando aún más caos y destrucción. Vimos un gigantesco amasijo de lonas y barras metálicas volar en círculos cual villano final boss de videojuego. Empezó a dar vueltas en el aire atacando con sus fríos tentáculos metálicos todo lo que había a su paso, arrasando junto al granizo todo lo que se le ponía por delante.

Ante tal peligrosa monstruosidad volante, conmovido por el grito de los inocentes, no me lo pensé: salté sobre la bestia para reducirla. Poco importaba el partido o la gente que la regentase, había que frenarla antes de que llegase al puesto de socorro de la Cruz Roja, en donde pequeños huerfanitos se recuperaban de dolorosas enfermedades… bueno, de eso no estoy tan seguro. ¡Pero podría ser!

Usando mis habilidades, logré reducir junto a otros la malvada carpa asesina. Apenas sufrimos daños, y fuimos vitoreados cómo HEROES. Tras salvar a un pequeño pueblo de su debastación total por los oscuros planes de Soros y sus secuaces, mediante conspiraciones y maquinarias más dignas de una película de serie B, la calma volvió con el fin de nuestra hora. Recogimos, nos despedimos, nos fuimos y solo quedó el paisaje desolado del campo de batalla como testigo de lo que había sucedido…

Dejamos al siguiente autor, un desagradable anciano que vino quejándose de que solo había vendido dos libros en Barcelona y que no supo el cacao que acababa de suceder (posible simpatizante de Soros, seguramente). En cuanto a nosotros… partimos victoriosos pero pobres (cómo siempre) hacia la próxima aventura, como todo héroe errante de leyenda.

Cómo sé que hay infelices que me tildan injustamente de exagerado, he tenido a bien de juntar diversos vídeos del evento y juntarlos para que podáis verlo AQUÍ. Así se verá que es cierto todo lo que digo (o casi todo al menos…).

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