Hoy, 23 de abril del año 2020 d.C. es el día de Sant Jordi, el día del libro para todos y, aquí en Cataluña, también el de la rosa. Pero este año, debo informaros que no estaré en ninguna parada para poderos ofrecer mis obras. No por voluntad propia, ojo, es que me amenazan de muerte o de multa. Y como de las tres cosas que hay en la vida, ponen en riesgo mi salud y mi dinero, mejor me quedo en casa tranquilo para al menos conservar mi amor.
Y bien a gusto que estoy, no me apetece nada salir. Os aseguro que no soy de esos que se suben de las paredes por no poder salir de casa. Todo lo contrario. De hecho, creo que deberíamos agradecer a Internet el poder tener un confinamiento bastante feliz.
Hace unos 20 o 30 años atrás, este confinamiento hubiese sido muy diferente. Actualmente podemos gozar de juegos, de películas, de actividades… y por supuesto, de la lectura.
Todos aquellos que repiten y repiten la terrible frase de no tengo tiempo para leer ahora mismo no tienen excusa. Una de las actividades más placenteras que pueden realizarse en la comodidad del hogar es, precisamente, la lectura.
Con una población alfabetizada en su aplastante mayoría, con un acceso a internet muy sencillo, con algún que otro libro sin leer por casa… hay muchas facilidades para este gran placer. Y, sin embargo, estoy convencido y apostaría una gran suma por ello, de que muchos de los que estamos confinados pasarán todo este encierro sin tocar un solo libro.
Os cambio el tiempo que os falta para leer
por el tiempo que necesito para escribir
– Manuel Lara
Con ello, no pretendo criticar a quien no disfrute de la lectura. Todo lo contrario, hay que ser honesto, y si hay algo que no te gusta no debe hacerse por mero compromiso. Ahora bien, todos aquellos que afirman ser grandes apasionados de la lectura y culpan al tiempo de su desdicha… ¿Qué excusa pondrán ahora? ¿Dirán que no tienen tiempo también? Pueden salir a aplaudir, a hacer bingo en los balcones, a subir vídeos de Instagram, de hacer flexiones cuando en su vida han ido a un gimnasio ni a preguntar el precio (como bien señala mi tocayo)… Pero sin embargo, de leer siguen sin tener tiempo.
La lectura se ha convertido en una virtud maldita. Debería ser un placer más, algo que a unos gusta y a otros no, simplemente. Sin embargo, se le ha revestido de un aura mística que la convierte en un bien preciado demasiado devaluado. Podemos ver como los medios de comunicación constantemente la muestran como un mero trofeo, pero apenas hay programas literarios. Podemos ver como muchos citan las obras más famosas, pero se niegan a preguntar por las novedades más humildes del mismo género. Podemos ver como muchos se jactan de tener estudios, pero carecen completamente de comprensión lectora y solo repiten sin pensar aquello que creen haber aprendido. Podemos ver como se muestra la figura del escritor como una especie de multimillonario hecho a sí mismo con millones de lectores, cuando la mayoría somos unos pelagatos que apenas podemos pagarnos una cena con las ventas de nuestros libros.
Pero no pretendo realizar una crítica (eso ya lo haré en otro artículo), simplemente quiero animar a todos aquellos que de verdad creen no tener el tiempo suficiente para leer a que cojan un buen libro durante este confinamiento (¡aunque no sea ninguno de los míos!) y le den una oportunidad. Quiero pensar que durante este confinamiento más de uno descubrirá algún libro interesante.
¡Recordad que podéis dar una oportunidad a mis libros, tanto el shaman urbano como el superhéroe en paro están deseando conoceros!
¡Feliz Sant Jordi! Comentad aquí abajo lo que gustéis y no dudéis en compartir y difundir este artículo.
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